La sombra de Debussy es muy evidente en los Douze études d’interprétation de Maurice Ohana. En Sons Confondus, piano y percusión parecen actuar como un solo organismo, un instrumento híbrido cuyas sonoridades se expresan principalmente a través de largas resonancias, con gran sutileza de colores armónicos, cargados de una hipnótica sensualidad. En Imitations-Dialogues, piano y percusión actúan, en cambio, como cuerpos separados, en una relación de un tipo más dialéctico. El discurso musical se vuelve en varios momentos extravertido y vitalista, con ecos de la música afroamericana y una constante animación rítmica.
Laiotz es un conjunto de cinco piezas que “se erigen en torno a la imposibilidad de la permanencia y el vértigo del abismo”. Estamos ante un universo sonoro de perfiles yermos y cambiantes, donde asoman las sombras cruzadas de Bartók y Gesualdo. Si las fantasmagorías rítmicas de la primera y la tercera pieza parecen retener un eco lejano del compositor húngaro, la cita del madrigal Moro, lasso de Gesualdo emerge sorpresivamente en la inquietud de la segunda pieza y en la sobrecogedora desolación de la cuarta, mientras que la quinta cierra la composición con una aspereza contundente y casi feroz.
Encargada por Paul Sacher en 1937, la Sonata para 2 pianos y percusión de Béla Bartók es una de sus obras más famosas. Bartók era consciente de la novedad en aquella época de la música con percusión y planteó una disposición especial de los instrumentos en el escenario. En cuanto a su estructura Bartók escribió: “el primer movimiento comienza con una introducción lenta “Assai lento” que anticipa el motivo del movimiento “Allegro molto”. El segundo movimiento está escrito en forma de Lied simple A-B-A. El tercer movimiento, en Do, es una combinación de rondó y sonata”.
ensemblesinkroConcierto en colaboración con el XII Ciclo de Cámara del Principal